domingo, mayo 31, 2009

PUMAS CAMPEÓN

miércoles, mayo 27, 2009

Sobre los tiempos pasados

Vaya que esto de la Internet ha crecido y nosotros con ella.

sábado, mayo 23, 2009

Tuve un Nintendo

Hace mucho. Luego ya no lo tuve más, dejo de funcionar correctamente y ya ningún truco funcionaba. El soplarle al cartucho ya no era suficiente, tampoco el darle pequeños golpes hasta que aparecieran las animaciones en la pantalla. Nunca fui bueno jugando Nintendo, de hecho, me tardé una eternidad en terminar Mario Bros y, era terrible no poder guardar tu avance. Lo tenías que terminar en una sentada. También tuve el juego de las tortugas ninja y lo mismo, nunca lo terminé. Uno de Misión Imposible que, llegado a un punto, nunca supe por dónde debía de seguir. En el de Los Simpsons sólo legué hasta donde Bart está en el hielo y de ahí no avancé más. Mi destreza no daba para saltar sobre los bloques de hielo y frenar a tiempo para evitar que Bart cayera y se congelara, eso sí, en la Muralla China, fui muy hábil al manejar la patineta. No soy adicto a los videojuegos, algo me pasa que me aburren. Hasta ahora sólo he concluido el de Resident Evil 3. Lo jugaba por las noches en la pc, era rico y un poco estresante. De noche, sólo en el estudio, con el resto de las luces de la casa apagadas, con los ruidos nocturnos, buscando las herramientas y las pistas necesarias para pasar de un stage a otro y de repente ¡OaW! ¡El Nemesis! Saltando a la pantalla y atacandote. Confieso que más de una vez salté de la silla con el corazón latiendo fuertemente. Quizá para muchos eso no era para tanto, pero para mi lo fue. Luego nada. No ha habido otro video juego que me llame la atención. De repente prendo la pc (I'm MAC) y corro Age Of Empires, pero con el mero afán de pasar el rato. No he jugado Halo, ni Max Paine ni ningún otro y, repito, no me llaman tanto la atención como para comprar una consola que, además, seguro sólo durará unos meses y llegará una mejor, más nueva y moderna que desplaze a la que tengo y adios consola. Sé que pasa esto con todas las coss relativas a la tecnología pero... Al menos mi computadora la puedo usar para más cosas que correr videojuegos o poner dvd's. Quizá mi argumento es débil, pero si de comprar una consola por cinco o seis mil pesos a comprar una computadora armada decente por el mismo costo, me voy por la computadora armada (aunque prefiero Mac, amo a mi Mac).

En fin... detalles.

El punto es que hoy, navegando y escudriñando cosas y páginas al más puro estilo geek, me encontré con esto que me resultó una delicia y, de paso, me recordó mis pocas habilidades para presionar botones, aunque seguro alguno de los lectores que pasen por aquí, con seguridad, serán más habiles que yo y podrán acabarlo en un rato.

Para todos aquellos que ataron su infancia a Mario Bros. y esto les trae gratos recuerdos, denle click y jueguen en línea.

miércoles, mayo 20, 2009

La planta de luz

Las puertas de la planta se cierran. Hoy me enteré. Abrí el correo y ahí estaba el aviso:

Después de 15 años cierra La Planta de Luz


Me da tristeza. Me gustaba ir de vez en cuando a alguno de sus shows. Aunque he de ser sincero y decir que últimamente no me había dado el tiempo de ir. Ahí llegué a ver a Delgadillo cuando Ten miedo de mi era todo un hit y los asistentes a sus conciertos esperabamos ansiosos a corearla o pedíamos a gritos Julieta o Cartas a Francia. Era un buen lugar, con ese toque de intimidad que a muchos nos gusta, beber un poco de vino o clericot, pedir un platón de carnes frías y beber y comer poco a poco mientras transcurre la velada mientras estiras el brazo, buscas a tu pareja y la atraes hacía ti. Todo a media luz.
Voy a extrañar las presentaciones de los Qué Payasos, memorables todas ellas. No sé quién se divertía más, si los niños o los papá o, en mi caso, los jóvenes que ibamos. Erick, Bere y un servidor llegamos a ir un par de veces a cubrir el evento, era bonito decir que eramos de prensa (hacíamos radio).
La planta era cálida. Uno se sentía como en casa. Un poco apretado quizás, pero como en casa. Como en casa como cuando se llena de amigos y uno tiene que pedir permiso para ir de un lado a otro.
Ahora que recuerdo, ahí también conocí a Edael Juarez y Edgar Oceransky cuando aún hacían la presentación juntos, antes de que Edgar sonara en la radio.
Cómo olvidar a Virulo, no recuero cuál de sus shows fui a ver, pero ahí estuve.
¡Ah! Así son las cosas. Y es triste que lugares como este deban de bajar el telón. Sólo espero que no sea el final definitivo de este proyecto y que, en un futuro, seamos gratamente sorprendidos con la reapertura, en el mismo o en algún otro lugar de La planta de luz. Si todo fuera tan simple como volverla a conectar en otro enchufe, porque este en el que estaba, hizo corto.
Mis mejores deseos para María Luisa Arcaraz, Adriana Landeros y Germán Dehesa.

martes, mayo 19, 2009

Chau número tres

¿Qué podría yo decir al respecto? Creo que nada. No soy una autoridad literaria ni mucho menos un líder de opinión. Soy sólo un lector más. Y seguro sobre el suceso se dirán y escribirán muchas cosas, muchas notas. Se reeditaran libros en ediciones especiales y prologados por otros grandes escritores. Se harán ceremonias, se programaran lecturas en voz alta y otras tantas muchas cosas que quizá o no vengan al caso o no, ¡qué se yo! Lo cierto es que él ya hace tiempo había escrito una despedida que ahora será leída una y otra vez y que muchos enamorados le han dedicado al amor perdido, pero que ahora bien creo que el que se ha ido bien nos la podría dedicar a todos los que nos hemos quedado.

Chau número tres

Te dejo con tu vida
tu trabajo
tu gente
con tus puestas de sol
y tus amaneceres.

Sembrando tu confianza
te dejo junto al mundo
derrotando imposibles
segura sin seguro.

Te dejo frente al mar
descifrándote sola
sin mi pregunta a ciegas
sin mi respuesta rota.

Te dejo sin mis dudas
pobres y malheridas
sin mis inmadureces
sin mi veteranía.

Pero tampoco creas
a pie juntillas todo
no creas nunca creas
este falso abandono.

Estaré donde menos
lo esperes
por ejemplo
en un árbol añoso
de oscuros cabeceos.

Estaré en un lejano
horizonte sin horas
en la huella del tacto
en tu sombra y mi sombra.

Estaré repartido
en cuatro o cinco pibes
de esos que vos mirás
y enseguida te siguen.

Y ojalá pueda estar
de tu sueño en la red
esperando tus ojos
y mirándote.

Descanse en paz Mario Benedetti. 

viernes, mayo 15, 2009

Supernatural + Eye of the tiger

Por fin llovió hoy en el sur de la ciudad. Hace días que las nubes sólo nos hacían la finta. Hoy al fin llovió. En jueves. Jueves de Supernatural. Me declaro fan -no al extremo, quizá más de la categoría de "seguidor a secas"-.
Salí de la clase de inglés y ya llovía, caminé un poco a prisa, baje por la rampa del estacionamiento y abordé el auto. Luego me dió comenzón en la parte interna del antebrazo y me rasqué, un poco más fuerte de lo normal y me deje unas marcas, fue entonces que me le quedé viendo a mi brazo y me dije: "Oaw! Esto puede ser ghost-sickness (ver o buscar el episodio 6 de la temporada 4). Encendí el auto y me dispuse a ir hacia la máquina de pago. En la primera había demasiada gente. Odio a esa gente que se queda haciendo cuentas frente a la pantalla de la máquina, como si fuera a regatearle que sólo se pasó un minuto, que no le cobre el siguiente cuarto de hora. ¡Es una máquina! Cómo sea, siempre hay gente que hace eso y que provoca que se haga una larga fila y luego, los que estabamos al final de ella, terminemos pagando un cuarto de hora más por culpa de los minutos que se quedo contemplando la pantalla con cara de "beeeh" la pantallita. Conclusión: preferí correr a la otra máquina que estaba vacía antes de que alguién se me adelantara. Por cierto, también odio que esas dichosas máquinas no acepten los billetes a los que apenas se les ha doblado una esquina. Creo que ese par de argumentos van en favor del cobro personalizado. En fin.
Salí del estacionamiento con las marcas que me había dejado en el brazo por la comezón y aún tenía escozor en el brazo, pero preferí no rascarme más, lo mejor era comenzar a pensar cómo encontraría el fantasma que me había contagiado porque eso de tener pesadillas... no es lo mio y, es un sintoma incluido en la dichosa enfermedad fantasmal.
Seguí conduciendo, la lluvia arreciaba en algunos tramos pero nada grave, salvo por los charcos que hacía patinar a alguna de las dos llantas delanteras alternadamente. Luego hice una parada para conseguir pan. No para mi, yo no tenía apetito (un sintoma más de la enfermedad: pérdida del apetito).
De regreso en el auto y en el camino a casa, pongo el radio, hago un poco de zapping y ¡Voila!: the eye of the tiger.

Muchas coincidencias por hoy.



No dejen de ver este mero.

Y ya por puro gusto, el video original:

viernes, mayo 08, 2009

Armas de destrucción masiva

¿Hace cuánto fue que Bush decidió invadir Iraq en busca de armas de destrucción masiva? Si las cuentas y la memoria no me fallan eso fue hace seis años, recien cumplidos. Mala hora en la que Bush decidió hacer eso. Según recuerdo, dichas armas jamás fueron encontradas, ¿será porque no existian? En fin... Todo eso hubiera sido diferente si la invasión se hubiera llevado por estas fechas. El encontrar aquellas armas de destrucción masiva hubiera sido rapidisimo. Hubiese bastado con hacer que Sadam le estornudase o le tosiera con singular engundia a sus captores y ¡Voila! Las armas de destrucción masiva hubieran quedado a la vista.

De hecho, en estos días, aquel ataque infantil de "te pego mis mocos" o "pego mis mocos bajo la mesa", ha pasado de ser una travesura infantil espontanea y natural a ser un acto terrorista y, por ende, los kinder-garden ahora resultan ser grandes campos de entrenamiento para posibles terroristas. Pobres de todos aquellos niños que gozaban de andar con el moco escurriendo rica y saladamente desde la nariz hasta posarse en el labio superior para después ser chupado hasta quitarle lo salado. ¿Y qué me dicen de las trompetillas? Ahora resultan ser más mortales que una metralleta. Una lluvia de baba es más temida ahora que una lluvia de balas. ¡No puedo dejar de imaginarme a los narcos y los afis peleandose a trompetillazos! Definitivamente, las burbujas de moco han pasado de ser asquerosas para ser peligrosamente asquerosas y, en su defecto, peligrosamente-mortalmente-asquerosas. Pobres de todos aquellos que jamás han aprendido a controlar su baba cuando hablan, ahora abren la boca con el temor de ser linchados por unas gotas de baba.

Ahora poco importa quien tenga o deje de tener el mejor y más peligroso armamento nuclear y si ha o no ratificado el Tratado de Prohibición Completa de Ensayos Nucleares (CTBT por sus siglas en inglés -Comprehensive Test Ban Treaty-), hoy, cualquier hijo de vecino que haya sido bien entrenado en las artes del escupitajo verdosoamarillento es más peligroso que el mismo Osama Bin Laden. Sólo imaginen una de estas bombas verdosoamarillentas cayendo desde algún edificio y explotando en el pavimento en medio de una concurrida avenida: ¡DESASTRE! El virus se expandiría de forma exponencial.

¡Hoy la expresión "Te escupo un ojo" es una amenaza de muerte y jugar a "las traes" puede ser mortal!

ADVERTENCIA: EL VIDEO ES UN POCO ASQUEROSO.

miércoles, mayo 06, 2009

Más sobre la influenza

Estos días que pasaron la ciudad se respiraba extraña. Tuve que recorrerla un par de veces y el panorama me parecía extraño. Sin transito pesado en el Periférico o en calzada de Tlapan o sobre prolongación División del Norte o sobre Miramontes. Resultaba extraño ver a las cuatro o cinco o seis personas que esperaban por el camión tan distantes unas de otras en las paradas. Resultaba extraño que los microbuses no se aglomeraran en las esquinas de paradas prohibidas. La Ciudad estaba en calma, pero en una calma extraña. El ambiente pesado, las miradas inquisidoras para todo aquel que, como yo, no portaba cubrebocas o para aquel al que se le escapaba un estornudo o una tosesita.

Hoy volvemos a la normalidad, cualquier cosa que eso signifique.

A mi me resulta increíble que na gripe pueda provocar tanto miedo. Sé bien que no es cualquier gripe, pero aún así... en fin.

Estos días me sirvieron para poner un poco de orden en lo que aspira a ser la biblioteca de la casa y, haciendo esa depuración obligatoria de papeles, viejas libretas, revistas y periódicos, me encontré uno reciente que no sé bien a bien quien trajo a la casa. Yo los que leo los leo en linea y de vez en cuando compro el impreso. En compensación, de vez en vez me doy una vuelta por los avisos oportunos y me digo: ese auto me gusta, esa casa me agradaría, ¡ese departamento es más pequeño que mi recámara, ¿cómo pudieron distribuir sala-cocina-baño-y-dos-recámaras?! El punto es que me encontré con una columna que me agrado. La reproduzco enseguida.

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Corriente secreta

Extrañaré la influenza

Ignoro si en algún lugar de nuestros genes laten aún las imágenes estrujantes que Guillermo Prieto plasmó en sus Memorias al recordar la epidemia de cólera de 1833.

2009-05-02•Literatura

En 1890, en “El tren 081”, Marcel Schwob describió la propagación de una epidemia de cólera a través del ferrocarril. Tres décadas más tarde, en 1918, durante los días finales de la Primera Guerra Mundial, una nueva epidemia atravesó en barco el planeta. La información sobre esa enfermedad, que en menos de un año arrojaría 30 millones de muertos en el mundo, había sido mantenida en secreto por los Aliados para que la noticia de que las tropas se encontraban minadas no llegara a manos de sus enemigos. Los diarios españoles, sin embargo, informaban sin censura sobre los estragos que la epidemia estaba causando en la Península; por eso, afirma el historiador Alfred W. Crosby, aquel brote mortal fue conocido como influenza española. Un siglo después, debemos achacar a los aviones la epidemia que ha hecho que la Ciudad de México regrese en el tiempo a un instante desaparecido hace varias décadas, para convertirse en una ciudad sin gente y sin autos, en la que es posible escuchar, de un modo que nadie recordaba, el canto de los pájaros entre los árboles.

En 1918-19, la influenza dejó medio millón de muertos en México y una colección de horripilantes relatos que cubrieron los diarios de aquel tiempo. Carretones cargados de muertos que recorrían con paso triste las calles, tiendas y mercados cerrados, hospitales sin camas, boticas sin medicinas y enfermos abandonados a su suerte a los que, cuando mucho, se pretendía curar con dosis de quinina que costaban un ojo de la cara. Mi bisabuelo murió durante aquella epidemia: un médico recomendó a la familia que lo encerrara en su habitación con un frasco de Aspiroquina, y que no volviera a abrir la puerta hasta que la medicina lo aliviara, o la “bronquitis purulenta” se lo hubiera llevado a la tumba.

A aquel brote de influenza los historiadores lo han llamado, sin embargo, “la epidemia olvidada”. Las escenas que lo acompañaron fueron de tal modo dantescas que la ciudad se empeñó en borrarlas. No habíamos salido de aquella nube de olvido hasta que la nueva epidemia recorrió las calles y el temblor del martes pareció sacudir la memoria colectiva: algo que se hallaba dormido se disparó. Ignoro si en algún lugar de nuestros genes laten aún las imágenes estrujantes que Guillermo Prieto plasmó en sus Memorias al recordar la epidemia de cólera de 1833: “Las calles silenciosas y desiertas en que resonaban a distancia los pasos precipitados de alguno que corría en pos de auxilio; las banderolas amarillas, negras y blancas que servían de aviso de la enfermedad… las boticas apretadas de gente; los templos con las puertas abiertas de par en par con mil luces en los altares; la gente arrodillada con los brazos en cruz y derramando lágrimas… A gran distancia el chirrido lúgubre de carros que atravesaban llenos de muertos… En el interior de las casas todo eran fumigaciones, riegos de cloruros, calabazas en vinagre detrás de las puertas”. Lo cierto es que la ciudad activó sus mecanismos de defensa y en medio de la muerte, y de la alerta sanitaria, encontramos de pronto un mundo desconocido, olvidado, habitable: calles tranquilas pobladas de rincones apacibles, noches quietas en que la ciudad se abre para caminarla entera, tardes de principios o mediados del siglo XX en las que el sol arroja sombras plácidas que nada altera.

Extrañaré la influenza. Cuando la locura, el ruido, las prisas, las aglomeraciones, el estrés, el esmog, los gritos de los vendedores ambulantes vuelvan a decirnos que todo ha terminado, algo dentro de mí extrañará los largos días de la influenza.

Héctor de Mauleón

Publicada en Milenio el 2 de mayo de 2009
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En cierta forma comparto lo anterior.

Hay algo que no puedo negar: me divirtió de sobremanera ver a la gente tan asustada. Digo... el crimen organizado, los narcos, el tabaquismo, el alcoholismo y otras tantas enfermedades matan más gente que la que ha muerto ahora por la dichosa influenza humanda y nadie se espanta así. En dado caso, lo que mata no es la influenza humana, es la ignorancia, es el querer curarla con un par de desenfrioles y no ir al médico a ser diagnosticado correctamente a tiempo. Si es curable, ¿para que espantarse así? El Sida no es curable y no veo a la gente correr a hacer compras de pánico a la farmacia y agotar los condones que te protegen hasta en un 99%, por qué si agotar un pedazo de tela que sólo te protege menos de 2% y sólo te dura entre 40 y 60 min. ¡Vamos! ¿Si un condón protegiera sólo el 2% lo usarían?

Quizá soy un fatalista.

...el temblor estuvo chido, pero me hubiera gustado un par de grados más fuerte.

viernes, mayo 01, 2009

La Doctrina del Schok



¿Qué opinan?