Nota inicial: Si no han visto la película... no me hago responsable si digo algo relevante que le quite sabor.
No he visto muchas películas, de hecho he visto muy pocas, no tantas como quisiera. Tengo en la mente una lista interminable de películas que desearía ver. Y no las veo no por que no quiera, sino simplemente porque luego no alcanza el tiempo y en ocasiones -si se trata de ir a rentarlas- el dinero. Digo, hoy ir al blockbuster seguro son unos ¿36? pesos la renta más barata, y del cine... bueno, últimamente no he tenido mucho tiempo y, a veces, tampoco dinero. Además de que corro con la maldita suerte de que el de atrás siempre sea un idiota que no apaga su celular, que patea mi asiento o que no deja de platicar con su acompañante. La penúltima vez que fui al cine terminé vaciándole mi refresco en su zapato porque no se callaba por más que se lo pedí, así que discretamente la vacie el refresco y luego me moví de lugar, terminó encabronado cuando al final, ya que estaba un poco seco el refresco que tire -obvio no tire mucho- se andaba pegando por el pasillo. La última vez opté por sentarme una fila arriba de la de mi acompañante, justo detras de ella, y puse un abrigo apartando un lugar a mi derecha y otro a mi izquierda. Ella, una fila abajo de mi, hizo lo mismo. Cuando comenzó la película me cambie junto a ella y asunto arreglado. Las peripecias que hay que hacer por culpa de la gente inconsiente, si va a platicar que se vaya a un café o se quede en casa.
Al punto.
De las pocas películas que he visto y que me han dejado buen sabor de boca, ésta me saco la lagrima. La ví cuando recién salio y luego la he visto varias veces más. Hoy sólo alcancé a ver el final, pero eso bastó para reavivar los sentimiento que me provoco, que me ha provocado una y otra y otra vez. El mensaje, a primera vista muy simple y sencillo, creo que se va complicando cuando lo comenzamos a sentir. Pero la cosa e sencilla después de todo: sólo hay que decirle a la gente que queremos que la queremos en cada oportunidad que tengamos, ¿qué tal si un día salimos y ya no regresamos? Triste, pero muy cierto. Quizá suena a cliche barato, pero creo y siento que es cierto. Al menos a mi me gusta decirle a Roque (mi perro) que lo quiero cada que salgo de casa. Digo, es el último que me ve salir. Previo ya se lo dije a mi mamá y a quienes estén en la casa, quizá no de palabra, pero a mi madre le doy un beso, a mi hermano o mi hermana les doy unos zapes, a Nena (es la nena de Roque, mi perrita) le jalo las orejas, a mi padre un palmada en la espalda... en fin! ¡Cosas por el estilo! El chiste es hacer sentir a los demás que los quieres.
Quisiera decir que le pasa al final a Simcha Kalman, el niño que mueve a la historia junto a su niñera Chaja, pero me sobra corazón para ser tan ojete y arruinarle, a quien no la haya visto, el gusto de verla.
Contrario a eso, y a reserva de que sea o no su verdadero nombre, existe un Simcha Kalman en el hi5, no creo que sea como el niño pelirojo de la historia, pero al menos es su homonimo en la red. Ver a Simcha Kalman
miércoles, febrero 11, 2009
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
1 comentario:
Tienes razón, es una película que además de ser buena te deja bien claro el mensaje de "nunca te vayas sin decir te quiero" y cierto, a pesar de que no lo digamos siempre, por lo menos hay que expresarlo de alguna forma...
saludines ;)
Publicar un comentario