martes, septiembre 21, 2010

Por las bicis

No vaya a ser yo en quien no se fijen.

Andar pedaleando es chido, me gusta. De hecho, próximamente retomaré la bici como medio de transporte. Voy a acabar molido la primer semana, pero la segunda será más fácil, la tercera ya estaré en forma y de la cuarta en adelante todo será normal.



lunes, agosto 09, 2010

Citando al Sr. Cacomixtle

Esta entrada es... digamos... ligeramente metatextual, en cierta manera.

Vagaba, luego de tomar un café y arruinar mi ida a la cama temprano. Algo me sucede los domingos que no puedo irme temprano a la cama, siempre termino comenzando a dormir en lunes y hoy, no es la excepción.

Leía entonces una entrada del Sr. Cacomixtle: ver aquí: Me gusta....

Y de repente todo eso me transportó a textos de reciente adquisición para mi biblioteca. ¿Por qué somos como somos y siempre aplaudimos lo que se hizo y no lo que se deseaba hacer? ¿Por qué de repente terminamos con ese mentalidad conformista y miniaturizada? ¿Será porque nos conformamos con ir pasando la vida y no más?

Hace días tuve que tomar un taxi, ya era noche y el pesero a esa hora... pues nomas ya no pasa. A pesar de que la Cd. de México es una gran ciudad y que tiene una vida nocturna bastante generosa, no sólo por los paseantes trasnochadores, sino también por todos aquellos que terminan o comienzan jornadas laborales cuando la luna se pone re grandota y redondota, lease la madrugada, aún cuando seguro muchos conocedores de la astronomía me podrán decir que no siempre alcanza su punto máximo a esas horas. Detalles. El punto es que el chofer de dicho taxi, el cual abordé por los rumbos de Coyoacán, no deseo hacer un "buen viaje", monetariamente hablando, bajo el argumento de que "seguramente" se regresaría vacío de los rumbos de Xochimilco. Ese ejemplo, como muchos otros, son de los clásicos que se conforman con "irla pasando". Casi puedo afirmar que al día siguiente le dijo a su mujer o al patrón "sólo esto saque", aún a sabiendas de haber podido sacar una mejor tajada de esa noche. Esos, son los mismos connacionales que aplauden los pequeños logros que se tienen, que dicen "no pues los gringos sí, ellos si tienen con que", "¡nosotros cuándo!". Por desgracia, es algo que va a tardar generaciones cambiar. Eso si primero logramos acrecentar el número de gente que piense en positivo y sea el real comienzo de una generación que abandone el "ya merito".

Podría disertar largamente sobre este tema, pero creo que cualquier cosa que diga aquí desmerecería de lo ya dicho por verdaderos estudiosos de la materia, llámense Santiago Ramírez o Rogelio Díaz Guerrero, quienes se metieron en las entrañas de la psicología social que hoy en día marca la idiosincracia mexicana y que, de vez en cuando, da muestra muy ligeras de cambio.

Reconozco que hay muchas cosas buena en la cultura nacional, pero ¿por qué no terminamos de creer en nosotros mismos?, ¿han pensado en esta parte de forma profunda e interiorizada? Porque seguro que muchos lo hemos pensado pero siempre viendo la paja en el ojo ajeno y me incluyo aquí.

Inviértanle unos pesitos y busquen los títulos de estos autores, no importa si son Ingenieros, Abogados, Médicos, Contadores, Carniceros, Zapateros, Peluqueros, ..., Tenderos, ... No importa si al final no comulgan con lo dicho en sus textos, al menos terminaran con uno, dos o tres o más cuestionamientos y algunas veces dirán "Sí, así somos", "Eso ya esta cambiando", "Estoy cambiando en ese sentido", "Yo ya cambié y procuraré educar a mi hijo en mejores términos", ..., ¡yo qué sé! O si de plano no comulgan con nada de lo dicho en los textos de estos autores habrán pensando en argumentos para convertirse en buenos detractores, cosa que, a final de cuentas, le habrá abierto el panorama.

El punto es despertar los sentidos que tenemos dormidos y cuestionarnos. Asumir lo que somos y proyectarlo en forma positiva. Ya sueno como libro de autoayuda pero... quizá sea eso lo que necesitamos y no nos hemos terminado de dar cuenta: un manual de autoayuda para dejar el "ya merito" detrás.

lunes, julio 19, 2010

Tanto que contar...

...y ya tendría que estar durmiendo.

2:16 de la mañana del lunes 19 de julio de 2010 y heme aquí, sin sueño, revizando pendientes a sabiendas que debo de irme a dormir a fuerzas o no podré despertar cuando comience a sonar la Flaca de Calamaro en el despertador telefónico que me llama para anunciarme que ha comenzado un día más y que es hora de sacar los pies de aquella tibies de la cama para meterlos en las gélidas sandalias.

Repaso los pendientes, los programo y me mentalizo. Nada saldrá de control, lo sé... o al menos eso espero.

Calamaro, Vicentico, dos versiones de lo mismo: Algo contigo.

Aute: Slowly.

Pienso, agito las ideas, tarareo. Nunca he sido entonado.

Tintan: Quiero rascarme aquí. Es la neta.

Traigo en la cabeza un Eco, un Santiago Ramírez, un Edward T. Hall, un Gustavo Sainz, un José Agustín, un Octavio Paz y un Alejandro Gómez Arias. Seguro mañana traeré a más personajes.

Duncan Dhu: Slowly.

Kenzo: Amour, sigue pegado en mi piel. ¿Quién fue?

Tantas cosas por el día pasaron que se me han quedado impregnadas un número de cosas, finito, pero enorme: un perfume, video-estres, piratería, youtube, canciones, video-sin estres, un bagel, periferico al anochecer, 683 usuarios, un gazapo, una tumba, blogger, yahoo, hotmail, gmail, photoshop, dreamweaver, codecs, 2010, 95.7 fm, Delgadillo - De vuelos y de Sol, la noche, alevosía, la ecuación celestial con la que Dios hizo realidad el Universo estampada en una camiseta al más puro estilo de The Big Bang Theory, un café, tres galletas, croquetas para perro, dos perros Cocker, un Golden retriever, un mosquito, ..., y al fin la decisión de ir a la cama.

Me pregunto: ¿Soñaré hoy?, ¿qué soñaré?, mañana cuando despierte: ¿recordaré mi sueño?

Duermo.

sábado, mayo 15, 2010

El niño y el muro

Fue el miércoles pasado que llegué a casa y me senté con mi madre a ver la televisión. La pantalla en blanco y negro que vislumbre a través de la ventana me anunció desde antes de entrar que era ella quien veía la pantalla, mis hermanos ni por error le dejan en algo que este en B&W. No me equivoqué. Veía El niño y el muro y conforme pasaban los personajes iba soltando los nombres: ¡Mira! ¡Ferrusquilla!, ¡Carlos Piñar!... ¡Vamos! Cuando hace eso, le envidio su memoria filmográfica. Hubo un tiempo que esa memoria se limito al cine nacional, pero en cuanto llegué la TV de paga a casa su mundo se ha ampliado y bastante. Creo que bien podría mantener una conversación por largo rato y mano a mano con algunos de los profesores de la universidad que tenían por misión enseñarnos algo sobre el cine y cómo se hace.

El punto es que veía aquella cinta de Ismael Rodríguez que data de 1964-1965 y es una co-producción con España, si sienten mayor curiosidad bien pueden googlearla y encontrar sinopsis, actores y todo el resto de información, inclusive en youtube esta en trocitos, pero el fin de este es otro que postear los trocitos extraídos de youtube.

Debo decir que no era la primera vez que la veía, pero la noche pasada me detuve un poco y la observé con otros ojos. Sería pretencioso decir que hice un análisis exhaustivo, sin embargo, me detuvo en ciertas cosas que llamaron mi atención:

1.- El detonante de toda la historia es un balón
2.- La inocencia de Dieter ante el muro y lo que éste representa
3.- La inocencia presente en Martha y Dieter y su optimismo, el cuál se refleja en la última escena, cuando Dieter le promete a Martha que al día siguiente abriran otro agujero

Obvio, hay muchos más detalles y asuntos sobre los cuales discurrir sobre este filme, pero por ahora creo que con esos bastaría para pensar un poco en todo lo que refleja dicha cinta, el trato social que hace del muro, el sentir que provoca no sólo esa mole de piedra, sino lo que pasa del otro lado, ..., el soldado que no se atreve a jalar el gatillo, la adolescente que ha perdido a su madre, el padre que no sabe como demostrar el cariño que siente a su hijo, su hijo que por sobre todo le profesa cariño, la madre deseosa de acrecentar la familia, etc. Me parece interesante la forma en que el sr. Rodríguez retrata ese momento desde una óptica quizá un tanto lejana, digo, no sé si el haya estado en Berlín, o sin Fernando de Fuentes anduvo turisteando por esas tierras, pero lo que si logra es retratar como se imaginaba el muro desde estas latitudes o, en su defecto, transmitir un cúmulo de emociones al respecto que logran penetrar en el pensamiento colectivo y remitir a una generación a esos instantes y pasar, de cierta forma a formar un juicio sobre el cómo eran los sucesos en la Alemania de la posguerra. Quizá ya me estoy alejando del punto, quizá comienzo a divagar pero si a mi, que he nacido en los ochenta, que me toco ver el derrumbe del muro y lo tomé como una noticia más de Eco, que en ese momento no le pude dimensionar, años más tarde esa película me hizo decir "¡Oh, yo vi por la tele cuando lo estaban tirando! Y que bueno porque hacía mucho daño". Creo que provocó esa sensación de repudio hacía el muro en una forma aún mayor en todos aquellos que podían hacer ya un juicio de valor sobre la situación que se vivía al momento de que esta cinta fue proyectada.

Algo que es cierto, es que el Sr. Rodríguez sabía lo que hacía, pues, en mi percepción, logra alborotar un cúmulo de sensaciones en uno que otro espectador, quizá sensible y cursilero como yo.

La fotografía es... juzguen ustedes:

martes, mayo 11, 2010

Ya no recordaba...

Que había un mamut chiquitito

lunes, abril 26, 2010

Al niño le dió tos en la Polonesa

No todo puede ser perfecto. El concierto lo era. Estabamos a punto de alcanzar los sesenta minutos de música excelsa, Chopin sonaba en el piano y los dedos del interprete volaban sobre la barra de esas fichas que siempre me hacen pensar en un dominó musical. El público, respetuoso, apagó sus teléfonos móviles, o al menos hasta ahora no había sonado aparato alguno; por ahí llegó a sonar un reloj digital Casio, lo distinguí por su clásico tono de bip-bip-bip. Pero fuera de eso no había existido mayor interrupción sonora. El Nocturno había sonado espléndido y las Mazurcas ni se diga. Llegabamos ahora a la Polonesa cuando el tropiezo llegó: Al niño le dió tos. Todo fue por aguantarme un estornudo de aquellos que hubieran retumbado en toda la sala (gracias a su maravillosa acústica). Aguanté, aguanté, aguanté y justo cuando creí que todo había pasado... hizo estragos en la gargante. Sentí un hormigeo que crecía poco a poco y de repente estalló. No lo pude evitar. Creo que le eché a perder esa pieza a quienes estaban junto a mi. Por fortuna, me pude contener, no tanto como quisiera pero lo hice. Dichosa Polonesa, malapata aquella tos.

Aquí el interprete:


Y aquí la pieza:Gran polonesa op. 22