sábado, septiembre 16, 2006

Icaria

El caer no ha de quitar la gloria del haber subido.
Pedro Calderón de la Barca

Para escapar de Creta y del poder de Minos, Dédalo construyo alas enlazando las plumas más grandes con hilo y las más pequeñas con cera. Construyo dos pares de alas, uno de los cuales le dio a su hijo Ícaro. Volando era la forma como escaparían de la isla. Pero debían de ser cuidadosos y no volar muy bajo, pues la humedad del mar podía hacer que las alas se arruinaran; tampoco podían volar muy alto, pues el calor del Sol fundiría la cera con la que habían sido unidas las plumas pequeñas haciendo que el vuelo fracasara. Dédalo fue cuidadoso y logro su cometido, Ícaro sintiéndose lleno de arrojo comenzó a volar lo más alto que pudo hasta que finalmente el calor solar derritió la cera de sus alas e Ícaro se precipitó al mar con gran estrépito.

…pienso que los sentimientos son como las alas de Ícaro, que algunos de nosotros sintiendo su poder comenzamos a elevarnos más y más hasta que el calor excesivo los derrite; o que bajamos tanto que la humedad los enfría o los moja e igualmente los estropea. Cuán difícil es permanecer en el punto exacto del amor, en el punto exacto de la pasión y la magia que habita en los corazones…

Dédalo llamó Icaria a la tierra cercana al mar donde su hijo cayó.

…veo un peñasco que sobresale en la playa y en el que rompen las olas calmas, el mar está quieto y juguetea con la playa a suaves intervalos, soy Ícaro, mi cuerpo yace en el agua, boca abajo, está desnudo y poco a poco las olas lo traen a la orilla. Icaria es un lugar pasivo, desierto, la tierra es áspera y la arena es gruesa y lastima los pies de quien camina por ella. Dejé que mis sentimientos me elevaran sin recato, jugué con fuego y el fuego derritió mis alas. Soy Ícaro, he caído. Mi cuerpo sigue flotando, aún no llega a la orilla… quizás no llegue, quizás se hunda y sea arrastrado por las corrientes.
Está tierra se llama Icaria.

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