Prologo
Me gusta ir a los cafesitos. Ir con los amigos(as), comenzar por un café y terminar con unas cervezas. Pero hoy no fue un buen día. En el primer café, el de siempre, no nos atendieron, le dieron mesa a un par que llegaron después de Charo y yo y eso nos molestó. Charo reclamo y el mesero le dijo ni modo (y luego no quieren que quiebren sus locales). Decidimos cambiar de lugar. Luego en el café no había café, la limonada sabía a todo menos a limonada y la michelada sabía a pura cerveza con tajín (y luego se preguntan por qué la gente deja de ir). Para colmo me quedé esperando una malteada que jamás llegó. A pedir la cuenta e ir a otro lugar. La charla comenzaba a ponerse buena. Ita ya había llegado con nosotros desde hacía rato. Cuarenta y nueve pesos, sin propina. Pagué, ya estaba de mal humor, tenía hambre y el cuernito estaba como suela de zapato y ni que decir de las bebidas. Maldad, saque uno de quinientos y pagué. ¿No tienes cambio? ¿Uno de a cien? -previamente le dije a las chicas que por nada del mundo sacaran dinero, que iba la mia, una pequeña, pero iba. El mesero preguntó si me podía esperar veinte minutos, ¿esperar?, ¿sin comida y sin bebidas? Claro que podía, pero no quería. Dijo que no había cobrado ni una cuenta, ese no era mi problema, de hecho no debí haber pagado nada por la mala comida, pero hacer pleitos de ese tipo no es lo mio. Creo que hasta rompió una alcancía pero tuve mi cambio en cinco minutos. Cuando se quiere se puede ¿a poco no? Cerca había otro café, pero no quise seguir con experimentos. Terminamos en el Sanborns. Ya saben lo que dicen: más vale malo por conocido que bueno por conocer.
Fin de prologo.
Me gustan los Sanborns. No sé que tan bueno sea su café, pero algo tiene que me gusta. En ellos he pasado grandes ratos y por muchos estados de ánimo. Pero ahora eso no importa.
Me gustan los Sanborns. Me recuerdan cierto episodio del ir y venir de Menelao y compañia. Me hacen pensar en la cantidad de historias que aquellas tiendas-restaurantes traen a cuestas. Me imagino que las mias seguro se quedan cortas ante muchas otras. Por ejemplo aquella en la que un empleado rencoroso entro a robar junto con un grupo de secuaces y el robo terminó en secuestro de comenzales y meseras y personal de la tienda. Seguro hay muchas historias en cada uno de esos locales. Seguro hay muchas que han iniciado con un café en el restaurante o con una cita concertada en el área de revistas. Pero ninguna como Gazapo, que cada que la leo hace que encuentre un pedacito de mi en alguna que otra linea.
Hoy fue al reves. Hoy me encontré con Gazapo mientras le vaciaba la crema a mi café intentando que quedara sobre el café y no mezclado con él.
Extrañe los triangulitos tipo boing en los que antes ponían la crema.
Epílogo
Pedimos quesadillas de camarón. Estaban bien. La charla como siempre deliciosa. Charo a Ita son cosa aparte cuando se juntan y para mi es un deleite estar entre ambas. Río a mares y de una historia salto a otra. Es como hacer zapping.
sábado, enero 10, 2009
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1 comentario:
jajaja, está buena la estructura quejumbrosa que finaliza en unas risas contentosas, jajaja...
muchos saludos y ya aquí de regreso ;)
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