sábado, octubre 25, 2008

Una de muñequitos

Que feo es eso de estar dormido y que te de hambre. No sabes que atender: si al sueño o al hambre. Lo primero que hago es intentar volver a conciliar el sueño, si lo logro el hambre se va y no tengo que pensar en las sandalias o las pantuflas frías -tus pies siempre están más calientes que cualquiera de estas opciones de calzado nocturno-. Pero, como hoy fue el caso, cuando no lo consigues lo mejor es bajar a la cocina, husmear en la barra, revisar el refri y ver qué de todo lo que hay se te acomoda comer a eso de las 3:55 de la mañana. Mientras tanto le eche un vistazo a una revista y encendí la compu por que mi Noname -que es asunto de otro post que luego será tratado- se despertó.

Pues resulta que los juguetes de mi infancia y de la de muchos otros más han crecido en tal número que ya le dan dos vueltas y media al planeta. Hoy en día, hay tres muñequitos por cada humano que habita el planeta, y eso que sólo estoy hablando de mis favoritos: los Playmobil. Resulta que hay nada más y nada menos que cerca de 21.100 millones de playmobil coexistiendo con nosotros. Lo que me resulta muy triste es que yo apenas y tengo la tripulación de un barco, un capitán pirata, un barco mercante con su tripulación, un castillo con apenas unos guardias y sin rey ni reina, una isla con un triste naufrago y alguno que otro vaquero que ha tenido que trasladarse del viejo oeste a una mazmorra de un castillo medieval. Por desgracia, los obreros y el operador de una grúa murieron durante alguna obra infantil que tenía que ver con arena y traslado de rocas de gran tamaño -para los muñequitos-; El helicóptero de rescate se estrello en algún lugar desconocido y jamás se hallaron al piloto, al copiloto y a su tripulación; un buzo fue devorado por algún monstruo que habitaba en la pileta de mi mamá; la cantina y la comisaria del viejo oeste fueron arrazadas con todo y su gente por algún remolino infantil... y bueno, la historia de perdidas es larga y dolorosa ahora que recuerdo cada uno de los compañeros plásticos de juego que he tenido. Pero los que más me duelen aún, son con los que nunca he jugado. Aún quiero el tren, el castillo grande con rey y reina, el yate, el buque petrolero... Creo que la población de muñequitos seguirá siendo mayor que la humana. Larga vida a los playmobil.

Nota: la opción para el hambre fue hacer un par de sincronizadas.

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