sábado, febrero 21, 2009

La vida en tres ruedas

El triciclo no era mío. Se lo habían comprado a mi hermano el Bibis. Yo. como era más grande recibí un poderoso bolido de cuatro llantas en un rojo flamante: mí avalancha.

Sin embargo, el triciclo era el triciclo. Jl y yo le echabamos cambio al bibis, tomabamos su triciclo y nos poniamos a empujarnos tratando de agarrar la máxima aceleración, en otras palabras: le metíamos el turbo.

No entraré en más detalles, son muchas historias entre JL, El Bibis y yo relacionadas con el triciclo y la avalancha. Todas relacionadas con ir cada vez más rápido y dar derrapones sin volcar.

Nunca se me ocurrió investigar los origenes del triciclo ni la historia del apache que les daba el super poder para que duraran y duraran y duraran.

Pero ahora he sido testigo de una gran revelación que todo el mundo -el reducido mundo de los lectores de éste blog- debe de saber.

1 comentario:

the lines on my face dijo...

jajaja, pues sí, es chido recordar momentos de los triciclos apache, o de la avalancha... Yo tenía de los dos, un triciclo apache rojo con el cual empecé a aprender a andar en bici, porque se le podían quitar las llantas (osease era cuatriciclo, jajaja) y una avalancha por la cual me dejaba caer en la calle de mi casa y estamparme en la banqueta del final de la calle... Eran buenos tiempos, donde las raspadas y cortadas realmente no dolían... saludos